La metadona es un fármaco utilizado para el tratamientos de desintoxicación de drogas como la heroína, como un medicamento sustitutivo de la droga. Su efecto analgésico hace que también se utilice para paliar dolores como los derivados de tratamientos contra el cáncer.
Este fármaco fue descubierto por científicos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, como método de conseguir opiáceos de manera sencilla, y aunque eran conscientes de su potencial adictivo, sus otra características “beneficiosas” concluían que podía ser utilizado como medicamento.
Años después de su descubrimiento comenzó a comercializarse como un analgésico, y fue entonces cuando se descubrió que podía utilizarse como tratamiento de los síntomas del síndrome de abstinencia a los opiáceos, además del tratamiento de dolores crónicos.
Qué tipo de droga es la metadona
Es una fármaco de tipo opiáceo sintético que se utiliza para el tratamiento de abstinencia de otros opiáceos como son la codeína o la heroína que tienen efectos tales como ansiedad, insomnio, vómitos, fiebre, dolor muscular, diarrea y disforia.
Se prescribe a personas que no son capaces de superar la abstinencia sin la ayuda de fármacos sustitutivos aunque normalmente el tratamiento sólo dura unos meses. En los peores casos el tratamiento puede no tener fin, debido al alto riesgo de esas personas de volver a caer en drogas peores de las que estén tratando de desintoxicarse, aunque obviamente los efectos no son los mismos que los de drogas como la heroína. Sus efectos en el organismo duran alrededor de 24 horas, y es por esto por lo que se suele prescribir tan solo una dosis diaria para tratar los casos de abstinencia.
Al ser un fármaco destinado a la sustitución de otras drogas opiáceas a las que el paciente es adicto, también tiene un riesgo muy alto de adicción, y son precisamente las personas familiarizadas con la adicción a las drogas las más propensas a desarrollarla con este fármaco. Esto puede resultar frustrante para el paciente ya que puede verse como la sustitución de una adicción por otra.
Consecuencias del consumo
El consumo sin prescripción médica puede causar efectos secundarios muy similares a los causados por otros tipos de drogas derivadas del opio que generan dependencia física y psicológica.
Si el paciente comienza a hacer un uso demasiado prolongado puede ocurrir que su cerebro se vea afectado, pues puede dejar de segregar endorfinas naturales y funcionar “normalmente” solo si existe esta droga en el organismo. Esto es lo que se conoce como tolerancia al fármaco, lo cual suele conducir a una dependencia que derivará en un aumento cada vez mayor de la dosis para que el paciente se sienta “bien”. Los efectos que pueden derivarse del consumo prolongado pueden ser:
- Diarrea
- Somnolencia
- Mareos
- Vómitos
- Sudoración
- Pérdidas de memoria
- Descenso de la presión sanguínea
Aparte de estos efectos, la interrupción del tratamiento con este fármaco también puede tener consecuencias adversas como es malestar y nerviosismo, fiebre, temblores, taquicardias, ansiedad, delirios, depresión e incluso tendencias suicidas.
Un consumo excesivo puede provocar que la capacidad respiratoria se vea reducida además de que el ritmo cardiaco se puede ver alterado. La sobredosis se da en el paciente cuando empieza a tener síntomas como pupilas dilatadas o reducidas, dificultad para respirar, somnolencia, aspecto de la piel azul o tenerla fría y húmeda, desmayos y debilidad en las extremidades.
Existen numerosos casos de muerte por sobredosis, por lo que su consumo no debe ser considerado como algo fácil y seguro, sino que si no se consulta con un médico las dosis y se le mantiene informado del estado del paciente, el tratamiento con este fármaco puede resultar fatal para la persona en cuestión.
Ayuda
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